2014
Voy caminando por la calle mientras pienso en miles de cosas. La verdad no quiero ir a trabajar, estoy muy cansado.
Llego a la parada y espero la combi que me lleva a la nueva oficina.
«¿Acaso me equivoqué de carrera? No creo.»
«¿Es tan malo tener interés en el mundo digital y el marketing? Quizá toda esa gente que comenta tiene razón y resulta que me equivoqué de carrera.»
«Voy a demostrarles a todos que esto tiene utilidad. Debe de serlo.»
«¿Cómo le puedo hacer para que una empresa tenga publicidad en mi canal? No tengo tantos números, TodoCivil es muy pequeño aún. Digo, 200 suscriptores en YouTube no respaldan a nadie ni a golpes, y menos si quieres ofrecer el canal como un medio de difusión masiva.»
Saco mi celular del bolsillo. Son casi las 7:30 a.m., ya se me está haciendo tarde.
De pronto, veo una camioneta con el logo de ICA (quizá la empresa más emblemática de México) y de inmediato olvido todos mis pequeños problemas.
«¡Dios, quisiera trabajar ahí!»
El texto anterior es un pequeño fragmento de uno de mis primeros escritos (por ahí del 2014), pero no había tenido inspiración suficiente para terminarlo.
Hace varios años, cuando apenas comenzaba mi etapa de novato, carecía de referencias suficientes que me permitieran tener un criterio más amplio y una postura más sólida en la industria de la construcción.
Lo único que sabía, era que mi camino no estaba ni en el área de proyectos ni en la mecánica de suelos/geotecnia.
Trabajaba únicamente por necesidad, pues mis estudios dependían de un ingreso económico estable.
Y aunque odiara el ambiente laboral de aquella empresa, me aguantaba e intentaba tomarme las cosas lo más relax posible. Osea, siempre traté dar lo mejor de mí, pero nunca, nunca me puse la camiseta.
En ese entonces, era una versión mediocre de mí mismo.
«Como cuando tienes la capacidad de dar el 100% pero decides únicamente aportar el 80%»
«Quizá te interese saber cuánto me pagaban en mi primer trabajo (recién egresado)»
En fin.
Hablemos sobre «Ingenieros Civiles Asociados» y por qué nunca trabajaría ahí, a pesar de ser una empresa mexicana reconocida mundialmente.

A mis 21 años, lo único que conocía de ICA era su prestigio.
La gente decía que era una empresa de alto nivel, pero que en ese momento comenzaba a tener problemas serios; se rumoraba que estaba al borde de la bancarrota.
Y aun sabiendo eso, trabajar en ICA era uno de mis sueños inalcanzables; era mi Jeep.
Un Jeep es un objeto/objetivo cuyo deseo de conseguirlo/alcanzarlo te impulsa para seguir adelante.
Sin embargo, al mismo tiempo sabes que si se te presentara la oportunidad de obtenerlo, nunca darías ese último paso.
La razón de ser de un Jeep es la ilusión de tenerlo; idolatrarlo si quieres, pero jamás llegarlo a poseer.
Es como la historia del elotero al que le ofreces comprarle toda su mercancía para que se vaya temprano a descansar, y él te responde “no puedo venderte todos porque si no ¿que voy a vender después?”.
Y podrás pensar “¡Qué elotero tan más pendejo!”, pero en realidad no sabes si su Jeep sea la acción de vender elotes per se y todo lo que el negocio conlleva.
A lo mejor lo hace por placer.
O porque disfruta platicar con sus clientes y recorrer media ciudad en su triciclo.
Quizá eso sea más importante para él, que alcanzar la venta del día lo más temprano posible.
Bueno, por esa razón yo nunca trabajaría en ICA.
Repito. Yo nunca trabajaría en ICA, a pesar de que uno de mis mejores amigos trabaje ahí y eso me dé más posibilidades de entrar; o que uno de los mejores maestros que tuve en la universidad trabaje ahí (aquí la entrevista).
Quizá te preguntes, querido lector: ¿por qué ICA?
Por mera casualidad, la verdad. Quizá necesitaba llenar un vacío en mi interior; satisfacer las ganas de pertenecer a una empresa respetable y sentirme orgulloso de mi trabajo.
Lo que me atrae de la marca es la idea que representa. Siento que es una de las empresas que han logrado trascender en la psique colectiva y ser reconocida internacionalmente como una marca de prestigio.
Ojo, lo que escribo no es literal. Estoy hablando de una idea más abstracta; el sentimiento de pertenecer a algo más grande que tú.
Hagamos una analogía para entender mejor.
- Si tuviera 6 años, ICA sería aquel disfraz de spiderman que tanto quise tener, pero que nunca me hubiera puesto porque prefería que se mantuviera como un sueño.
- Si tuviera 12 años, ICA sería la niña de secundaria que me gustaba y que andaba con el chavito que jugaba mucho mejor al fútbol que yo, pero que ni de broma hubiera salido con ella porque la idea de disfrutar su compañía era más que suficiente para mí.
- Si tuviera 15 años, ICA sería esa guitarra Gibson Les Paul que definitivamente nunca pude tener en mis manos porque el deseo de tocar una guitarra tan chingona me motivaba para seguir practicando un rato más aunque me dolieran los dedos.
Y no es que no hubiera querido vestirme como mi súper héroe favorito, o andar con la chica más guapa de la secundaria o tocar el intro de Unholy Confessions con la guitarra de mis sueños.
Pero siento que si hubiera logrado todas esas cosas, hubieran dejado de ser tan especiales para mí y quedado en el olvido para siempre.
Para mí, ICA es esa empresa chingona a la que todos deseamos entrar para satisfacer nuestro ego ingenieril y sentido de pertenencia.
Mi relación con ICA no es más que la de un fanático genérico que no sabe nada de su historia (y prefiero mantenerlo así).
No necesito conocerla a fondo para desear ser parte de su equipo. Es algo parecido a lo que provoca Starbucks, Dockers o Levi’s en la gente.
Bien pudo haber sido otra empresa, pero en este momento decreto que la idea de trabajar en una empresa como ICA sea un Jeep para mí; esa premisa me motivará de ahora en adelante para dar lo mejor de mí en cualquier cosa que haga y me sentiré orgulloso de pertenecer a una empresa chingona que no sea ICA.
Pero bueno. Ahora me dirijo a tí, mi querido lector/a.
¿Tienes algún Jeep? ¿Qué ideas te motivan a dar lo mejor día con día?