Tiene un alto grado de importancia.
Estar en obra es básicamente una combinación de:
- pastor que cuida a las ovejas, porque hay que estar pendiente de los obreros y que no estén “tirando hueva”;
- supervisor en el área de producción de una fábrica, porque hay que estar pendiente de lo que se necesitará en etapas posteriores de la obra;
- vocalista de una banda, porque (aunque no lo desees) hay ocasiones en las que nuestros actos y formas de reaccionar a los problemas del proyecto, llegan a influir en la reputación de la compañía;
- psicólogo, porque hay ocasiones en las que te toca escuchar la historia personal de cada trabajador y darle ánimos.
En campo, la comunicación es importantísima y por ende, la relación con otros individuos también.
A veces le vas a tener que dar instrucciones a tu maestro de obra, a un obrero, a un ayudante o a tu auxiliar.
A veces tendrás que entablar conversaciones con proveedores.
A veces tendrás que negociar con el cliente.
A veces tendrás que involucrarte más y platicar con tu personal de cosas ajenas al proyecto.
¿Entiendes por dónde voy? Es algo súper desgastante física y emocionalmente hablando.
Por eso es importante entender qué es la inteligencia emocional y cómo podemos utilizarla como una herramienta que nos permita ser personas más equilibradas, más persuasivas, más responsables, más integras, más empáticas y más efectivas al momento de relacionarnos con diferente tipo de personas.
Controlar tus propias emociones y entender las ajenas, te ayudará a alcanzar tus metas con éxito; independientemente el tamaño y/o contexto de tus objetivos.
En este post escribo algunos hacks para ser un mejor residente de obra que he aprendido durante estos años en campo, por si quieres echarle un ojo.