«¿Cuántas veces no nos preguntamos qué va a ser de nuestra vida?»
Esa es la pregunta existencial que a todo adulto joven nos tortura día con día. Queremos comernos el mundo en tiempo récord sin realmente saber qué es lo que queremos.
Bueno.
Sales de la universidad y con suerte, consigues tu primer trabajo; y piensas
«¿esta opción será lo mejor para mí?»…
Todos buscamos una primera oportunidad… y si eres como yo, elegirás trabajar en una oficina.
La oficina. Mal vista y menos preciada por los “grandes y poderosos ingenieros de campo”.
Discúlpame por no tener la paciencia de estar tratando con gente o aguantar las interminables horas de calor e incomodidades de estar en una obra; así es, todos tenemos derecho a elegir.
Campo vs oficina
Sí, esa es la constante batalla de opiniones que tengo a discusión con el ingeniero a cargo de este blog.
Trabajar en la oficina no me hace menos ingeniero que un ingeniero de obra. Pero no todos piensan así, como la infinidad de personas que me han dicho cosas como:
«Es que eres mujer, es más normal que estés en oficina…»
«¿Para qué estudiaste ingeniería civil entonces?, si lo mejor es estar en campo…»
Si tú eres uno de esos grandes y poderosos ingenieros de campo, detente un momento a pensar:
¿Quién dibujó esos planos que traes en la mano?
¿Quién hizo los cálculos de la estructura que está plasmada en ellos?
¿Quién determinó que esa varilla vas a usar en tu obra?
Sí, somos nosotros los que estamos de diez a doce horas encerrados en una oficina sentados detrás de una computadora, decidiendo cuál alternativa es la mejor para tu gran proyecto.
¡Hola! Mi nombre es Isamar, soy Ingeniero Civil y hoy les voy a contar una anécdota muy especial para mí, ubicada en aquel entonces cuando trabajaba en el área de Hidráulica.
Llevaba casi dos años en una empresa que se dedica, entre otras cosas, a los estudios hidráulicos. Yo misma participé como apoyo en varios de ellos, pero nunca me imaginé que por fin llegaría el momento en el que me permitieran estar a cargo del estudio hidráulico de un río (por supuesto, un tramo pequeño para comenzar).


Imagina mi felicidad y emoción cuando me enteré.
Lo único que pensaba era “quiero que todo sea perfecto”, ya que esta era una oportunidad para demostrar lo que había aprendido.
Creo que hablé demasiado rápido pues a la primer semana ya casi quería colgar la toalla, no por la dificultad del proyecto, sino por aquellos detalles que son de suma importancia y que en su momento no había tomado en cuenta.
En mi mente hice una lista exprés de lo que necesitaba. Error. No debía ser así.
El proceso
Teníamos tantos pendientes que lo mejor era escribir en una libreta todo el procedimiento y las consideraciones para realizar el proyecto.

«Divide y vencerás»
Todo estaba saliendo de acuerdo al plan, hasta que la incertidumbre llegó a mi vida.
Y es que cuando estás a cargo de un proyecto, la incertidumbre te acompaña a todos lados, hasta el punto en el que llegas a soñar con el trabajo.
Sabemos de antemano que los ingenieros, en general, carecemos de tiempo para poder realizar la totalidad de nuestras actividades. Y así como el ingeniero de campo tiene un cansancio físico, nosotros –o por lo menos yo– tenía una fatiga metal.
Los problemas que según yo ya había resuelto, regresaban:
- por las noches;
- en mi hora de comida;
- camino a casa;
- ¡y hasta cuando estaba en la ducha!
Llegué al punto en el que no podía parar de pensar:
«¿será que así esté bien?…»
«¿debí haber cambiado esto…?»
«¿será que la pendiente del río es la adecuada…?»
«¿revisé bien la topografía…?»
¿Porqué sentía tanto estrés?
Simple. Por el nivel de responsabilidad que cargaba en mis hombros.
Los proyectos hidráulicos están organizados de tal manera que el resultado del cálculo en el paso #1 es una variable usada en el cálculo del paso #2 y así subsecuentemente, por lo que si llegaba a omitir algo o llegaba a cometer cualquier error, por más mínimo que fuera, estaría provocando que todo el estudio estuviera mal desde el principio.
Y ¿qué pasa cuando un proyecto hidráulico no está bien hecho?



Era por eso que la incertidumbre me acompañaba a todos lados, escondida en los detalles, convirtiéndose en miedo.
Y hablando de detalles, debes de saber que el estar a cargo de un tramo, no significa que tú harás todo.
No.
Como les decía, mi siguiente sorpresa fue que tenía que trabajar en conjunto con otras personas, puesto que ellas complementan la información con la que yo trabajo. Un ingeniero tiene la topografía, otro los estudios hidrológicos, otros la geotecnia, etc…
«Puesto que mi trabajo es analizar el comportamiento hidráulico del cauce, termino dependiendo de la información que los demás me faciliten.»
El problema de trabajar en equipo es depender de otras personas, en todos los sentidos. Cuando hacen su trabajo bien y rápido, que bueno, pero cuando no… Comienzan los problemas.
La parte estresante de esto es que no puedes quedarte con las manos cruzadas mientras el ingeniero topógrafo te manda los planos del río; de alguna manera tienes que avanzar.
Dejando de lado lo negativo, continué con el proyecto.
Comencé a trabajar el modelo unidimensional en un programa llamado HEC-RAS y al terminarlo, pasé a la primera revisión con mi jefa.

Y pues para mi suerte no estuvo mal, el modelo en condiciones naturales salió bien, el siguiente paso era calibrarlo.
«Si no calibras bien el modelo, no representa las condiciones reales del sitio de estudio.»
Pero de repente, algo llamo mi atención: los valores de los informes hidrológicos no coincidían —o más bien la metodología usada no era la misma con los del reporte del proyecto anterior—.
Y eso sí que me podía causar problemas serios.
¿Qué es lo que estaba mal realmente?
Mi siguiente reto fue recordar todas mis clases de Hidrología Superficial.

Así que tuve que volver a leer mis libros.

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Dentro de mis fuentes se encontraban: Fundamentos de Hidrologia de Superficie del ingeniero Aparicio, Hidrología Aplicada del gran doctor Ven Te Chow y el Manual de Ingeniería de Ríos de la UNAM, pero para mi sorpresa, no terminaba de encontrar dentro de la metodología ese apartado específico que buscaba, por lo que mi modelo se retrasó casi una semana y media.
Así comenzó la siguiente etapa.
Frustración
El punto que todos nosotros tocamos en algún momento, en el que nos encontramos tan cerca y tan lejos del objetivo.
Sentía que no podía seguir avanzando.
Error. Claro que podía seguir avanzando, pues un informe está conformado por tablas e imágenes también —eso sí lo podía hacer—.
Esa semana y media traté de aprovechar para sacar imágenes de la planta de armado, la planta topográfica, la planta de ubicación de sondeos, incluso para trabajar mis tablas de información, datos hidráulicos así como los cálculos de socavación general y velocidades permisibles.
Sí, todo eso lleva un informe.
Después de haber revisado de nuevo los estudios hidrológicos —para esto tuve que hacer 6 distintos planes dentro del modelo para así poder hacer una comparativa entre ellos—, recuerdo que tardamos como dos horas en una reunión con el ingeniero a cargo de proyectos.
Pasamos dos horas explicando y revisando cada una de las elevaciones de las láminas de agua de cada plan, defendiendo mis cálculos con mis propios argumentos, adquiridos con lo que había estudiado en los libros de hidrología y experiencia adquirida en proyectos anteriores.
Al final de la reunión se pudo llegar a un acuerdo y se determinó cual sería el gasto que se emplearía para el análisis.
Haciendo un paréntesis, creo que es fundamental que si estás realizando alguna actividad dentro de tu trabajo, es importante saber qué es lo que estás haciendo; visualizarlo en tu mente.
Ese comentario me lo hizo mi jefa en alguna ocasión, y es algo que me puso a pensar demasiado, pues es verdad. Aunque seas un dibujante o un auxiliar, debes de entender qué es lo que estás plasmando, porque si no tienes idea, déjame preguntarte ¿qué clase de ingeniero eres?
Si algo nos caracteriza a los ingenieros, es que siempre tenemos la necesidad de saber el porqué de las cosas.
En ese punto ya tenía lista la parte que reproduce el comportamiento del río en sus condiciones naturales, por lo que la siguiente etapa era la modelación de las alternativas de solución propuestas por el proyectista.
Ejemplo.

Si el proyectista nos pide que analicemos un tramo del río donde se propone construir muros de gavión, porque él cree que esta solución es la más adecuada para reconstruir la margen, nosotros modelamos su comportamiento con esa propuesta.
Con el gasto de diseño seleccionado para la alternativa, procedí a realizar mis cálculos y ver cuál era el mejoramiento real de la zona afectada, en comparación al de las condiciones naturales.
Mi trabajo (en ese entonces) era un juego constante de comparación entre alternativas, y eso es lo que lo hacía interesante.
Después de haber realizado ambos modelos y de haber verificado que todo estaba bien, ahora sí, procedí a obtener la información necesaria para el siguiente paso.
Pero no todo podía ser perfecto, pues al siguiente día llegó una orden de los jefes:
Querían que yo les pasara todo mi trabajo, mis modelos y mis cálculos para que otra persona terminara el proyecto por mí, porque según ellos ya me había tardado mucho.
Porque sí, todo urge. No es mentira cuando te dicen en la universidad que los ingenieros trabajamos bajo presión.
¿Sabes lo frustrante que fue?
- Todo mi trabajo.
- Noches de desvelo.
- Todo mi empeño.
Sentía que todo lo estaban haciendo pedazos.
Me estaba muriendo por dentro y a nadie le importaba.
Ese día sentí una rabia tan grande y una tristeza aún más profunda, que solo las lágrimas pueden hacerte entender por lo que yo estaba pasando.
Los odiaba a todos. Pues con esa decisión me estaban dando a entender que yo no era buena en mi trabajo, ni mucho menos lo que ellos esperaban.
En mi cabeza se repetían las frases:
Mi trabajo no vale nada.
No soy suficientemente buena.
«Mi trabajo no vale nada.»
«¿Para qué me esforcé tanto?»
«Mi trabajo no vale nada.»
«¿En realidad sirvo para esto?»
«¿La ingeniería es lo mío?»
Decepción
Y así es como después de varias noches, me di cuenta de que no valía la pena ahogarme en tanto drama.
Tú puedes llegar a ser tan bueno como quieras; tú lo defines, no necesitas la aprobación de los demás.
Y es que así es esto. A los “corporativos” solo les interesa algo: el dinero.
Sí. El dinero.
Porque mientras más tardes haciendo un estudio, más recursos invierten y menos es la cantidad que cobran, así de fácil.
Muchas veces se les olvida que al final del día somos personas, no máquinas. Muchas veces todo se trata sobre producción, y el producto que nos da de comer son los estudios hidráulicos, punto.
Entre más vendas, mejor te va.
Pero no debes tomarse eso personal, realmente eres tú quien sabes cuánto vale tu trabajo y cuánto empeño le pusiste; así que nadie te puede venir a decir que no eres lo que esperaban.
Si tú sientes que estás dando el máximo, debes sentirte orgulloso, pues moriste en batalla.
Y así, caí en depresión durante un par de días, hasta que, para mi fortuna, pronto cambiaron de opinión.
Y es que como ya casi todo el contrato estaba listo, tomaron la decisión de que yo fuera quien lo cerrara, pues solo me faltaban los informes finales.
Siguiente reto: Redactar los informes.
Presentación
Sin contar el trabajo que realicé en la universidad y el artículo científico que hice para una ponencia, nunca había escrito formalmente un informe como tal; sin embargo, ya los había visto por mucho tiempo y conocía su estructura.
Lo complicado, no eran las imágenes ni las tablas; ni siquiera los cálculos.
Realmente lo difícil es redactar el informe de una manera técnica, teniendo en consideración que también debe ser entendible por otras personas que no son especialistas en el área.
¿Cómo escribes un informe claro y conciso, sin olvidar los datos más relevantes del estudio, que justifique por qué se necesita esa mejora en el río, y que además, cualquier persona lo entienda?
Comencé a describir paso a paso todo, pero apareció de nuevo esa frustración que me hostigaba al inicio de mi aventura en solitario.
Llegó un momento en el que no sabía qué o cómo describir algunas situaciones que yo como ingeniero entiendo, pero que alguien que se dedica a otra cosa no.
La verdad no soy muy buena escribiendo, pero para mi fortuna tenía a alguien que me ayudara un poco, más que nada para revisar la redacción: el encargado de este blog —y no es por presumir pero también en mi novio—.
Nos reunimos un día en su casa para poder trabajar, yo le exponía la información de forma técnica y él me ayudaba a unirlas de alguna manera en la cual se entendiera bien. La analizábamos varias veces, oración por oración, párrafo tras párrafo, hasta que llegábamos a un resultado que a ambos nos agradara.
Y de esa forma, pudimos terminar un informe; solo me faltaban dos más pero esa ya era mi tarea.
Una semana pasó, y cuando los pasé a revisión con mi jefa, estaba tan nerviosa de que tuviera errores. Pero afortunadamente, solo hubo cambios mínimos. Mi corazoncito saltaba de felicidad.
Carta para el lector
Mi primer proyecto no fue fácil. Pues me di cuenta de todas la carencias que tenía en conocimiento y experiencia.
Este fue el comienzo de muchas cosas importantes para mí, sobre todo porque me ayudó a demostrarme a mí misma que esas personas que vemos como súper héroes de la ingeniería comenzaron como nosotros: simples practicantes o ingenieros sin experiencia que poco a poco fueron consolidado sus conocimientos, y eso fue lo que los llevo a ser lo que son hoy.
Yo no quiero ser la típica ingeniera que tiene mucho dinero o miles de propiedades, claro quiero vivir cómoda y bien ¿porque no?, pero realmente lo que a mí me interesa es obtener los conocimientos necesarios para aportar algo el mundo y a la ciencia, a través de los estudios hidráulicos que pasan por mis manos.

Para mí, tiene más valor el conocimiento y la riqueza en mi cerebro, que tener miles de monedas que un día no me alcance ni la vida para poder terminarlas de contar.
En este documento menciono mucho a mi jefa, pues creo que se merece una dedicatoria. La conocí cuando comencé a dar mis prácticas profesionales y no voy a negar que me dio miedo porque ella siempre ha sido dura y exigente; pero creo que no puedo pedir más que aprender de ella.
La admiro mucho a nivel profesional y personal, porque no solo tengo una jefa sino tengo una amiga.
Gracias a ella he aprendido que es mejor un trabajo bien hecho desde el principio a un trabajo medio hecho y que al final se corrija cuatro veces, aprendí que tengo que aceptar lo que soy, así como mis sentimientos.
En mi vida personal ella es fundamental, ya que cuando viví el rompimiento de una relación tan larga, y cuando murió uno de mis mejores amigos, ella estuvo ahí apoyándome, consolándome y dándome ánimos para poder seguir adelante. Yo sé que me equivoco en ocasiones cuando estamos trabajando y que la llego a desesperar mucho, pero de verdad la admiro demasiado.
Bien dicen que todos queremos llegar a ser como alguien o tomamos a esa persona como ejemplo; por mi parte, yo quiero ser como ella: una excelente ingeniero y un ser humano hermoso.

Pedí que pusieran la foto de los ríos Samaria, Carrizal y Mezcalapa. Pues estuvieron en uno de los proyectos más grandes donde aprendí muchísimo y además, hice nuevas amistades.
Quiero iba a pensar que un río provocara tantas sensaciones.
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